lunes, 4 de abril de 2016

EL HOMBRE QUE SOÑABA CON EL MAR - Por Eduardo Ramos Campagnolo-

    El pronóstico meteorológico anuncia que la lluvia continuará una semana más. Deberé permanecer encerrado - me resulta bastante cómica esta obviedad - al punto de hacerme sonreir mientras la escribo. Los días de lluvia son perfectos para estudiar, o escribir una novela, debo terminar algunos trabajos, debo recuperar tonicidad en mis músculos. Es curioso: Todos los lunes planifico concretar pequeños objetivos personales, con poder cumplir con uno solo de ellos me conformo, total, lunes hay de sobra.          Quito la cáscara de los huevos duros y también las de las remolachas, recuerdo que no tengo aceite para concretar esta ensalada, por supuesto que tampoco tengo vinagre, ni aceto balsámico, ni nada para aderezar. ¡ Si esta  fuera mi única preocupación! Mirando la fotografía que ilustra esta cavilación recuerdo que hace once años que sueño que estoy en el lugar del hombre de la foto, me refiero al contacto con el agua, con el mar. Tal vez algún día pueda cumplir mi sueño, tal vez nunca y deba conformarme con el sueño agradable, que no es poco, además es gratis. 
    El encierro es un vacío en el tiempo, tus palabras dejan de ser tenidas en cuenta, el mundo sigue su loca carrera, la vorágine cotidiana te condena a la mutilación diaria del olvido. Algunas veces alguien pregunta;, ¿ Volverá Eduardo? algunos dicen que sí, otro más escéptico dice que no. Y la charla se disuelve en las sinrazones políticas; un análisis muy parecido al de un partido de fútbol. Luego no mencionarán mi nombre durante un largo tiempo, fue solo un recuerdo, un flash. 
    Algunas cosas  he aprendido en el ghetto de la isla de Utopos, algunas reglas que facilitan aciertos y por lo tanto evitan decepciones, por ejemplo. Nunca creer en las promesas, no poseer relojes de ningún tipo, si algo está estipulado para una fecha, multiplica esa fecha por cuatro, compañeros hay muchos amigos muy pocos, muchas personas prefieren utilizar la técnica del ñandú (meter la cabeza en un agujero para no ver), el tiempo del alejamiento derrite muchos sentimientos, nunca prometas algo si ya no lo tienes en el bolsillo, si algo no te lo cuentan es porque saben que no te gustará, entonces solo escucharás cosas agradables a tus oídos, muchas veces es mejor ser sordo, ciego y mudo, muchas veces cuando no hablas pareces inteligente y que a las virtudes hay que practicarlas todos los días, con acciones, las virtuales no sirven para nada.
    Me preparo para comer mi ensalada...siempre será la voluntad de Dios.
   

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