viernes, 20 de noviembre de 2015

Certezas mentirosas - Por Eduardo Ramos Campagnolo -

 Jamás he tenido nada, todo fue y es un sueño, todo lo que puedo ver y todo lo que puedo sentir, y siempre supe que solo era un sueño, intuición y convicción que verificaba cuando perdia algo.  De contradicciones está compuesta la vida ¿como puedo perder algo que nunca tuve? ¿es posible? Sí, absolutamente posible porque se trataba de un sueño. Creí poseer, dominar, tener y nunca fue así; pero lo creí, en mi sueño era una realidad incuestionable.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

El ADN del Personalismo Político en la Argentina. - Autora: Carola Noelia Ramos


La Argentina y el mundo están viviendo momentos de agitación política importantes. 
No podemos vislumbrar realmente por qué tipo de proceso o procesos históricos estamos caminando y ¿Por qué estremecidos? Para que algo se remueva o se agite primero tiene que existir un orden, quizás estamos contentos con decir que estos momentos son importantes y de cambios estructurales y basta con eso para sentirnos bien. 
Cuando hablamos de orden y sobre todo en el mundo de la política significa un orden institucional e incluso un orden en los tres poderes independientes. De un gobierno que se va y otro que viene. Pero no es así, la conciencia de orden del argentino es su economía, no descubrí la pólvora al decir esto, pero siendo aún la economía mala el orden significa estar mal, pero con la conciencia colectiva de que se puede estar peor. Estos momentos hacen repensarnos sobre el ejercicio de la política y el devenir histórico.
Muchas veces me pregunte sobre el origen de las características que hacen a la política tan particularmente… Argentina. Pero sobre todo por esa característica particular que se vio claramente plasmada estos últimos meses como es el Personalismo Político y la preponderancia del poder Ejecutivo por sobre los demás.
El personalismo político tiene sus raíces en la época colonial y con el correr del tiempo fue tomando caracteres distintos pero nunca dejó de existir como tal. Esta huella política nos ha heredado una especie de matriz “monárquica” de Gobierno.
Cuando en 1853 un grupo de congresales, tomando las bases de Alberdi y la constitución de Estados Unidos, se reunió un verano muy caluroso en Santa Fe para decidir qué tipo de organización nacional querían para nuestro futuro sin la presencia de Buenos Aires, se equivocaron en pensar que ese era el comienzo, el país para ese momento ya tenía un cincuenta por ciento del ADN formado. 
Pérez Guilhou, en su obra aclara “La historia nacional enseña que permanentemente hemos estado acechados por el peligro de la aparición de un conductor, constitucional o de facto, que gobierne discrecionalmente rayando en la dictadura”. Entonces como se puede explicar la preponderancia del poder ejecutivo argentino por sobre los demás. Esta característica está fuertemente vinculada con la organización política colonial que nos precedió. Es casi obvio subrayar que no se pensaba todavía en órganos separados con funciones específicas, esas ideas llegarían con la mal llamada Revolución de 1810. Los grandes funcionarios que marcaron la práctica del gobierno colonial en América fueron los Virreyes, gobernantes quienes acumulaban funciones no solo de gobierno sino también de guerra y justicia, o luego como en el caso de Rosas el ejercicio de las facultades extraordinarias. 
Después de 1820 este paternalismo autocrático se va a profundizar con las autonomías de las Provincias y la aparición de una gran figura característica y mítica de la historia argentina como es el caudillo. El mismo va a ser el arquetipo de la figura personalista de nuestra historia. 
El caudillo, “el que guía y conduce” es el sujeto que viene a rellenar el vacío político institucional que se vivía luego de la independencia. Su figura fue esencial para la historia política económica y social, se han caracterizado por ser líderes carismáticos con fuerte liderazgo y apoyo de las masas. Fue tal la fuerza de estos liderazgos que hubo casos en que se legalizó formalmente su vigencia. El Estatuto Provisorio de Santa Fe, del 26 de octubre de 1819, el primero que se dictó a nivel provincial, poco tiempo antes de Cepeda, en su artículo 19 decía: “Siendo uno de los actos más esenciales de la libertad del hombre el nombramiento de su caudillo... elegirán personalmente al que debe emplearse en el gobierno”.
Sobre esta herencia personalista hemos construido la política “partidaria” del siglo XXI. La sujeción de una población entera en una persona tiene una característica racional en los hechos que he nombrado anteriormente, entre otros, pero también es peligrosa. Ya no votamos partidos o programas de Gobierno, votamos a personas y figuras, ya no nos importa como ejerce su labor, sino como acomoda las palabras en un discurso para generar agitación en la prensa política. No encontré mejor manera de terminar que con las siguientes preguntas: ¿Cómo haremos? ¿cómo pensar un futuro institucional, social, educativo y moral que nos prepare para subsanar los excesos derivados de la supremacía del poder ejecutivo en un Estado Republicano? 
Carola Ramos. 

domingo, 15 de noviembre de 2015

UN DOMINGO DIFERENTE - Por Eduardo Ramos Campagnolo -

Escribo que éste, es un domingo ( se escribe con minúsculas) -diferente-, y lo he advertido en el esplendor de las glicinas, que es mucho más intenso en su lila majestuoso, como majestuosa es un niña-mujer que cumple quince años, un acontecimiento maravilloso e inocente. 
Es un domingo único e irrepetible en la magia de su belleza. El bosque ha limpiado la hojarasca del otoño ¡ es una primavera angelical! No había visto glicinas tan hermosas desde mi niñez, vuelvo a ser un niño viendolas.
 Nuevamente soy un niño, tengo un horizonte infinito y un presente pleno de felicidad, de paz y de tranquilidad. Y ya no quiero como antes "ser grande" quiero quedarme niño, eternamente niño...

jueves, 12 de noviembre de 2015

PALABRAS MÁGICAS - Por Eduardo Ramos Campagnolo -

Siempre he sostenido que el arma más poderosa es la palabra, o para un mejor decir: las palabras y para ser más preciso las palabras voceadas, propaladas; el discurso oral y luego, mucho más atrás el discurso escrito. La palabra hablada es el instrumento de los narradores y la palabra escrita es el instrumento de los escritores, el texto, que tiene la ventaja de hablar eternamente- a las palabras suele llevárselas el viento-. Las palabras pueden servir para proponer, para exponer, para divulgar informaciones, también para desinformar. Son las palabras ideológicas porque pueden persuadir con argumentos a favor o en contra de algo o alguien, pueden agredir, denostar, burlarse, incitar y seducir. Tienen la capacidad de relacionar conocimientos- previa capacidad del hombre de retenerlos-. Son las palabras o el discurso oral quienes en su estilo coloquial nos comunican cotidianamente. La palabra es más que sangre, dijo alguna vez Rosenzweig. Y si en este momento tuviera que mencionar a dos oradores brillantes me inclinaría por Demóstenes y Robespierre. La palabra puede usar muletas, el tono de la voz, la modulación, el énfasis, los silencios, la gestualidad, los aspectos formales y el nivel de aceptación del emisor o hablante y estas muletas la ayudan muchísimo a penetrar en el alma del receptor. Son recursos, es la elocuencia la que hace que no importe si lo que se dice es una estupidez, sino el goce estético de esa melodía que provoca una descarga emocional en la conciencia del otro. Porque, como dijo J.L. Borges "No existen los sinónimos", aunque otras palabras pretendan tener el mismo significado, solo una es la exacta, justa, clave de acceso ùnica. Y muy pocos pueden utilizar las palabras justas. Me entristece escuchar a "docentes de lengua" contaminadas a vulgaridad perpetua, nada puede enseñar quién no sepa expresarse correctamente, porque escuchartlos no produce placer, y el placer es la ruta por donde circulan nuestras decisiones.

sábado, 7 de noviembre de 2015

TUCÍDIDES, el padre de la Historia - Autora: Eliana Cecilia Ramos -

XI Jornada Institucional “Diálogos Historiográficos”
Tucídides padre de la historia contemporánea.
Ramos, Eliana
Instituto Superior Particular Incorporado N°4030 “Fray Francisco de Paula Castañeda”


Este Informe pretende analizar al historiador y militar ateniense Tucídides (454 a.C.-399 a.C.) y su obra “Historia de la guerra del Peloponeso” que cuenta la historia de la guerra del siglo V a.C. entre Esparta y Atenas hasta el año 411 a.C. La problemática que surgió al tratar éste autor es la relación entre lo que Tucídides plantea y los criterios que hasta la actualidad se manejan con respecto a las maneras, o pautas para hacer historia.
Se decide trabajar con este autor debido a que ha sido considerado como el padre de la "historiografía científica" debido a sus estrictos estándares de recopilación de evidencias y de sus análisis en términos de causa-efecto sin referencia a la intervención de dioses; su obra es reveladora y sugerente porque comprendía el sentido de la guerra recién vivida y porque tuvo que escribir desde el destierro. Se convierte en una de las más importantes obras que tiene la humanidad sobre este período de la historia. Siendo la única que escribe en toda su vida, y que sin poder terminarla, debido a que Tucídides muere antes de hacerlo.
A través del tiempo y hasta la actualidad, historiadores de renombre se han ocupado, trabajado e investigado su obra y la mayoría de éstos ha llegado a la conclusión de que en Tucídides podría comenzar una nueva manera de hacer historia que hasta ese momento (siglo V a.C.) no se acostumbraba a hacer.
A pesar de su importancia como historiador, se conoce relativamente poco de la vida del propio Tucídides. La información más fiable sobre su vida procede de su propia obra, en la que expone su nacionalidad, paternidad y localidad de nacimiento. Tucídides nos informa que luchó en una guerra, contrajo la plaga y fue exiliado por la democracia ateniense. Sabemos que era hijo de Olodoro y que pertenecía a una familia aristocrática ateniense; por el nombre de origen tracio de su padre se sostiene una relación entre Tucídides y la familia de los Filaidas, a la que pertenecía Cimón cuyo abuelo materno también se llamaba Olodoro, quien se oponía al imperio naval ateniense como lo proclamaba Pericles.
Según la ley ateniense había que tener más de treinta años para ser elegido estratego y debido a que Tucídides había participado como estratego en el sitio de Anfípolis en el 424 a.C. se puede suponer que Tucídides naciera antes del 454 a.C. El nombramiento como estratega para una acción en Tracia se debió a la influencia que éste tenía entre los personajes  más destacados por así decirlo, de la región.
Volviendo a su origen éste autor tenía adjudicado la explotación de unas minas de oro, como él mismo lo menciona . Como fue educado en una familia aristocrática se supone que asistió a las escuelas sofistas como lo demuestra su estilo, lengua y pensamiento. Fue destinado a ejercer en altos cargos de la magistratura. Por el desastre de Anfípolis frente a Brásidas, y tras una previa condena a muerte por rebeldía, sufrió un destierro de 20 años como él nos cuenta , en el año 423 a.C. hasta el fin de la guerra y es ahí donde le surgió la idea de historiar y narrar los acontecimientos de esa guerra contemporánea, ya que tenía acceso a los ocurrido en ambos bandos.
Lamentablemente su propósito era llegar al fin de la guerra, pero lo sorprendió la muerte o como algunos dice, se perdió la parte final, por lo que la continuación fue narrada por Jenofonte, Teopompo y Cratipo. Como fecha de su muerte se estima tomar el elogio a Aquelao de Macedonia, que falleció en el 399 a.C. (como fecha cierta).
Se suele situar a este historiador al principio de una corriente de pensadores realistas que tienen una idea de que el “poder” es el móvil básico de la naturaleza humana, y que esta idea pesa sobre el comportamiento del hombre y de los Estados.


El aporte de Tucídides a la historiografía
¿Qué es lo que se ha entendido por “historia” en el transcurso y en el discurso histórico? No se pretende hacer un análisis exhaustivo sobre esto, sino indagar que a través de tres autores los motivos por los cuales Tucídides sea considerado padre de la historia.  
Antes de Herodoto, la manera de hacer y entender la historia era concebida como relato o narración de las cosas pasadas sin preocuparse por si era una fábula o era verdadero. Herodoto introduce la primera distinción entre historia y leyenda, y desde este momento la historia se va a proponer contar solamente cosas “verdaderas”; pero sin embargo éste autor sigue reconociendo a los dioses como autores o como causantes de los hechos. Dentro de la misma línea, pero con una visión de historia distinta, Tucídides se propone a escribir también la verdad de los hechos. Muchos siglos más tarde en 1830 Ranke seguirá con este propósito e incluso va a oponerse a la utilización de la historia con fines morales, porque entendía que el historiador tenía que enseñar como habían sido las cosas.   
Se considera a Tucídides como el punto culmine de la Antigüedad en cuanto a la narración de la verdad que debía ser puesta delante de los hombres como testimonio para el futuro, como “posesión para la eternidad”. Historiadores como Ranke han destacado su extraordinaria modernidad, “ya que  Tucídides está más cerca del siglo XX que del V a.C.”
En cierto sentido su modo de escribir la historia será la antítesis de Herodoto, al que tildó de mero logógrafo. Tucídides “Propone un libro donde todo sea verdad, utiliza el término sygraphein (acta), contrato con el lector en el que garantiza la veracidad de lo narrado”. La forma de escribir historia por tanto está basado en la autopsia, “sólo lo que se ha visto se puede escribir” como diría el autor y como diría Ranke “contar lo que realmente sucedió”.
También es frecuente considerar a Tucídides como el primer gran historiador (en el sentido moderno de la palabra) porque hizo la crítica de las fuentes, estudio y valoración de las fuentes de los documentos e intentó dar una explicación causal de los hechos. Intentó averiguar lo que realmente sucedió y buscó comprobarlos por medio de testimonios personales o testigos fidedignos.
El objetivo de la investigación Tucídidea es la guerra en sí misma, el análisis de sus causas, implicaciones y consecuencias; y no es la guerra en una visión superficial o anecdótica, sino que se interesa de forma especial por su trasfondo, sus raíces y derivaciones; le importan los hechos bélicos y sus causas profundas, los motivos que la desencadenaron o se esgrimieron, las ideas subyacentes, las consecuencias morales que provocó, etc. Su propósito es demostrar la mayor importancia de la Guerra del Peloponeso respecto a los acontecimientos análogos anteriores, y al mismo tiempo nos traza un cuadro del desarrollo en materia, económica y cultural del mundo griego desde sus orígenes.
“{…} relatando cómo se desarrollaron sus hostilidades, y se puso a ello tan pronto como se declaró {…}”
Esta frase nos presenta claramente que el objetivo de la investigación producida por Tucídides es la guerra en sí misma, sus fases, causas y consecuencias, y no la guerra como un aspecto superficial. El autor es muy buen observador y narrador de hechos de tipo bélicos, se interesa por el trasfondo, le importan las causas profundas y las consecuencias morales que esto provocó. Y a todo este análisis lo hace con “ojo clínico”, utilizando el método hipocrático, tomando al hecho como una enfermedad. Esto quiere decir que este método utilizado por el autor intenta explicar así como en el estado normal de salud no pueden observarse las anomalías fisiológicas, es del mismo modo como en las épocas de paz no se ven los desarreglos y alteraciones del organismo social. Al igual que el medico estudia la salud y sus características mediante la observación de los cuerpos y enfermedades, el historiador y el sociólogo puede entender mejor las leyes que rigen la comunidad humana mediante el análisis de las guerras, las épocas críticas, pudiendo apreciar así las alteraciones, el fenómeno del poder, el derecho, la fuerza, la ambición política, etc.
En esta frase “y se puso a ello” también vemos como su interés por narrar la guerra comenzó con el inicio de la guerra misma reuniendo y preparando el material, casi un cronista.
En estas condiciones, aquello era de nombre una democracia, pero, en realidad, un gobierno del primer ciudadano”.
Tucídides tiene una manera de concebir la política de esa época, y esto va a inferir en su manera de hacer historia. El ve con bueno ojos la concepción que se tienen de democracia  en la época de Pericles, a pesar de encontrarse en el lado conservador, es así que lo demuestra en su antipatía por las masas. La posición política de Tucídides posiblemente se halló entre la democracia y la oligarquía, como mencionan algunos autores. El pertenecía a una familia aristocrática, adhirió a la democracia de Pericles y atacó a la democracia radical.
Tucídides se caracterizó por una extraordinaria curiosidad intelectual en todos los campos y por una enorme capacidad de intercambiar técnicas y logros entre diversas disciplinas. Como buen conocedor del método hipocrático, aplica al estudio de la sociedad los principios en que se basaba la medicina de su época para estudiar al hombre individual.
“Tan pronto como se declaró, porque pensaba que iba a ser importante y más memorable que las anteriores”.
En comparación con el pasado remoto, al que se refiere la Arqueología, y con el pasado reciente, Tucídides analiza su época y la guerra que le ha tocado vivir; por ello minimiza todo lo anterior a la guerra del Peloponeso, inclusive la de Troya. El autor pretende distanciarse de sus predecesores; su obra quiere ser distinta en concepción y métodos. Su obra tiene una pretensión de novedad y singularidad, se evidencia la voluntad de permanencia de una obra concebida como “adquisición para siempre”, como por ejemplo para generaciones futuras. Contiene un pensamiento analítico y un espíritu que se apasiona, contiene partes racionales, otras no, otra trágicas porque coexiste en él el científico y el poeta que quiere atraer la atención sobre su patria. La guerra que relató fue más grande y memorable que las precedentes debido a que Grecia, antes de la guerra del Peloponeso, no estaba preparada económicamente ni militarmente para una guerra de tal envergadura.
“[…] surgió una discusión entre la gente respecto a que la palabra usada y los antiguos en el verso no era “peste” sino “hambre” , pero en aquellas circunstancias venció, naturalmente, la opinión de que se había dicho “peste”, la gente en efecto acomoda su memoria al azote que padecía. Y sospecho que si después de esta un día estalla otra guerra y sobreviene el hambre, recitaran el verso con toda probabilidad en este sentido”.
En esta frase podemos vislumbrar la ironía con la que Tucídides refiere sobre la fragilidad y el carácter acomodativo de la memoria, donde los relatos de las personas dependen de las simpatías y memorias de cada uno, donde el miedo es un obstáculo para la memoria. Se puede ver aquí al Tuci
Tucídides racionalista.
Haciendo referencia a otro autor más contemporáneo Pierre Bourdieu. Habla de que la veracidad del relato histórico va a depender de las condiciones sociales en donde es producido: “la sociología de la ciencia reposa en el postulado de que la verdad del producto (verdad científica) reside en particulares condiciones sociales de producción, en un estado determinado de la estructura y del funcionamiento del campo científico”. En el caso de la historia griega, la que nos presenta Tucídides, va a utilizar una forma de narrar que sigue el “habitus” o los patrones de Herodoto; por su griego ático no utiliza el término historia pero sí hace referencia a que su forma de narrar pretende ser diferente y estar más cerca de la episteme que significa conocimiento como “creencia justificada como verdad” a diferencia del término “doxa” que se refiere a la creencia común u opinión. El nacimiento de la “istorie” griega frente a la “doxa”. Sin esta diferenciación de ambas narraciones no sería posible ver  la postura del autor al diferenciar la “istorie” como una investigación y no como un cuento.
“Tucídides de Atenas escribió la historia de la guerra entre peloponesios y los atenienses (...)”
El autor de su nombre junto el de su ciudad porque no se dirige solo a sus conciudadanos, sino que piensa en un amplio público no contemporáneo sino también futuro. En otras oportunidades Tucídides también se refiere a sí mismo como estratega ateniense  y se cita con el nombre de Tucídides de Óloro, que es como se lo conocía oficialmente en Atenas.
En esta frase también se puede observar como el autor delimita perfectamente el tema: guerra entre peloponesios y los atenienses, se sitúa específicamente en los hecho político y militares.
Tucídices innovó al introducir al “campo” (refiriéndose a la connotación que Bordieu le adjudica a este concepto) la crítica histórica de las  ideas políticas, los acontecimientos, las causas profundas (la expansión del imperialismo de Atenas) y los detonantes externos del conflicto entre griegos con una mezcla de objetividad. Pretendió escribir lo que para él era lo más importante: las ideas políticas de ambos bandos, de los protagonistas de la guerra, en cada momento de la guerra y la paz.
Es por ello que el imperialismo es sobre lo que pretende hacer incapié Tucídides, traducido en palabras de los políticos (Pericles, Cleón, Nicias y Alcibíades) y después con los principales personajes del bando contrario (Hermócrates, Arquídamo y Brásidas), con la idea de trasfondo de que la gran beneficiada de la guerra fue Esparta.
Para llegar a esta perspectiva política de su obra Tucídides utiliza dos recursos: La crítica y los discursos de los distintos dirigentes de ambos bandos. Sus fuentes son relatos orales de los protagonistas.
Bourdieu trabaja el concepto de “status”.
La verdad científica, su independencia relativa de sus condiciones sociales de producción, es el resultado, a su vez, de ciertas condiciones sociales que determinan la lógica de funcionamiento del campo científico. 
“¿Cuáles son las condiciones sociales para que se instaure un juego social en el cual la idea verdadera esté dotada de fuerza porque los que allí participan tienen interés en la verdad en lugar de tener, como en otros juegos, la verdad de sus intereses?”
Esto nos hace pensar en el rol importante que mereció al escribir la historia de esta guerra tan significativa para el mundo griego y poder denotar su status social que va a avalar para esta época su rol.
Como último punto sobre la relación de la historia de Tucídides y los criterios contemporáneos que se manejan sobre la manera de escribirla, Bourdieu, nos plantea la idea del “interés”.
“El problema radica en que en el campo científico también funciona la ley del interés (nuestro autor nos recuerda que el «desinterés» “no es jamás (…) más que un sistema de intereses específicos – artísticos y religiosos tanto como científicos – que implican la indiferencia – relativa – respecto de los objetos ordinarios del interés – dinero, honor.”


Se puede inferir aquí cual podría ser el interés de Tucídides, o los motivos por el cual éste decide contar esta historia. Por un lado ya hemos mencionado el tema del “status”, también vale agregar que en el 424 a.C., durante la primera fase de la Guerra del Peloponeso de nominada Guerra arquidámica, fue nombrado estratego de la ciudad de Atenas, se lo dejó al mando de la flota encargada de romper el asedio de Anfípolis (polis de Tracia), conquistada por Atenas trece años antes (437 a.C.). Fracasó en dicho intento y la ciudad cayó en manos del general espartano Brásida, siendo así Tucídides condenado al exilio veinte años. Este hecho le dio la oportunidad de obtener información bastante completa. Si pensamos en que la obra no la pudo terminar porque murió antes, podemos comenzar por descartar el interés del dinero. En cuanto a su participación en la guerra nos podríamos preguntar ¿Buscaba Tucídides dar explicaciones sobre su accionar o tratar de reivindicar su imagen en esta historia que nos cuenta? Es válida la pregunta si se hace referencia al tratar de contar como fue que manejó la situación del asedio de Anfípolis; pero dejémosla para otra ocasión. Por último se podría pensar que el interés por perpetuar en la historia, que su nombre se conozca por muchas generaciones, esa idea típica de la filosofía de la época, donde los grandes hombres eran los que a pesar de los años se seguía contando sus historias.
Para finalizar en José Luis Romero, en donde su investigación acerca de la obra historiográfica en la Antigüedad clásica se preocupa por el problema de la historiografía de su tiempo, esto es, el “divorcio entre la historia y la vida”. En el capítulo V Tucídides es visto en oposición a Heródoto, ya que en “su búsqueda de la perfección privilegiaría lo fáctico por sobre lo potencial, cuya dialéctica constituía para Romero uno de los ejes del devenir histórico”. En este análisis el autor piensa que es  imposible estudiar a Tucídides si no es en relación directa con la coyuntura en que está inmerso, la Guerra del Peloponeso. La concepción histórica está atada a la concepción del presente. “Al no tratarse de una guerra entre griegos y bárbaros sino entre los propios griegos, se convierte a ojos de éstos en una contienda entre democracia y oligarquía, es decir, entre formaciones”. A la vida histórica es necesario entenderla en su doble aspecto, no sólo como “mero saber” sino como historia viva. Romero resalta la forma en que fue escrita, su linealidad y su búsqueda de la verdad que denota influencias de la sofística.
Luego de haber visto las distintas opiniones y reflexiones que estos autores realizan sobre Tucídides se puede concluir que este modo de entender y de hacer historia ha sido trabajada  en el devenir del tiempo. Ésta historiografía antigua responde a una concepción pragmática de la historia que aunque haya quedado desplazada por las nuevas tendencias historiográficas, no desapareció del todo. Hoy mismo se pueden encontrar manifestaciones de ésta como por ejemplo en la búsqueda de la verdad, la búsqueda de documentos y testimonios fiables, etc.
Es, por lo tanto, este autor el primero que escribe una historia sobre hechos contemporáneos y por ello se constituye cómo principal fuente histórica de dicho período.
Así encontramos en él una nueva concepción de la historia, de los móviles de la sociedad y de las leyes que rigen las relaciones entre los Estados. Los verdaderos móviles de la historia tucididea son las profundas inquietudes del historiador y del tratadista político. Y eran las inquietudes de un historiador en sintonía con su época que iba a escribir una historia nueva en muchos aspectos, superando antiguas concepciones.
En conclusión el aporte de Tucídides a la historiografía es el paso de una consideración no política a otra política. “Se ajusta a la historia contemporánea, e incluso en los casos que mira al pasado, lo hace en busca de antecedentes para explicar el presente”. Hace historia a lo humano, los hechos tienen una explicación de acuerdo con la naturaleza humana, de acuerdo con el pensamiento racionalista de su tiempo.