domingo, 31 de julio de 2016

LOS VALORES MORALES DE NUESTRO ACERVO CULTURAL - Por Eduardo Ramos Campagnolo -

   He leído en un periódico de mi provincia un artículo que, bajo el titulo " Un observatorio para preservar las lenguas", fue creado en el ámbito de la universidad pública este instituto con el objeto de " ...reunir frases, citas, que conforman imágenes, presentan críticas, o desentrañan ironías que contribuyen al afianzamiento del acervo cultural". La idea me resulta fantástica, sobre todo porque se trata de una tarea voluntaria y sin presupuesto alguno. Dicen las personas que originaron la idea que "...principalmente buscamos preservar la lengua y poner en valor este patrimonio cultural intangible de la Argentina", continúan las creadoras diciendo que " Durante varios meses se abocaron a escuchar, observar, y leer citas y frases, una tarea recortada por el momento a los medios gráficos como periódicos y revistas. Los especialistas observan que esas frases y citas conocidas en su uso demandan una complicidad entre quién habla y quién escucha, necesitan que el otro las interprete, ponga en su contexto y las utilice. También que son muy utilizadas en la televisión, en la radio y en las redes sociales como forma de comunicación. Y sin duda demandan de quién las recibe un conocimiento previo para su apropiación. Es aquí donde las diferencias generacionales, sociales y culturales se ponen en juego".
   Para su trabajo realizaron una encuesta sobre ciertos aforismos como "La casa esta en orden" y las preguntas giraron sobre que les sugiere la frase y las respuestas fueron evaluadas notando la franja etaria, el nivel educativo y la región donde la encuesta se realizó. Los resultados arrojaron como uno de los resultados que para los más jóvenes la frase aludida significaba una habitación ordenada y para los más adultos les recordaba los levantamientos militares. Los científicos abocados a este estudio aluden a " conformar imágenes, presentar críticas, desentrañar ocultas ironías que disfrazan desigualdades...".
   Me reconforta haber leído esta noticia, estoy convencido de la grandeza y de la honestidad intelectual de quienes llevan adelante esta iniciativa, los felicito de corazón. Ahora bien, esta lectura me ha motivado a imaginar la posibilidad de trasladar la iniciativa al campo exclusivo de la historia de nuestra patria; y he llegado a pensar que hermoso sería contar algún día con un observatorio imparcial de los mitos, leyendas y fábulas de nuestra historia. Sobre todo, ahora que estamos saliendo de uno de los tantos "relatos" que nuestra sociedad ha consumido desde 1492 a la fecha y especialmente  en los últimos trece años. Se me ocurre un "Comité de la verdad histórica", integrado por supuesto por notables e imparciales especialistas. Claro, habría que, una vez leídas las conclusiones, cambiar varios libros de historia ¿si? o ¿no?. Si esto fuera así, la gravedad de las novedades concluidas radicaría en los textos de la educación primaria, secundaria, terciaria y universitaria. Y ¿ porqué digo esto?, lo digo porque las lecturas ya fueron hechas y el conocimiento asimilado por miles y miles de alumnos, durante muchos años. Y tampoco estaría asegurada la verdad histórica, porque es probable que muchos se resistan a aceptar que lo que creyeron durante muchos años...era tan solo una versión parcializada, o sea...una mentira. No obstante y ahora que lo pienso, mientras lo voy escribiendo comprendo la necesidad, la importancia de lo que estoy sugiriendo. Creo que es posible encontrar historiadores intelectualmente honestos, sin influjos partidarios, no ideológicamente asépticos por completo porque ello es imposible, pero sin duda que debe haber intelectuales, investigadores de las ciencias sociales como la historia que puedan acercarse más a la objetividad que otros. 
   A quienes crearon el observatorio para reunir frases, creencias, les propongo esta: " Con la verdad no ofendo ni temo" aunque en nuestra controversial Argentina, la de los antagonismos perpetuos, es difícil lograr que no haya sectores ofendidos al conocerse ciertas verdades y tal vez sea yo un iluso. Pero, para evitar la enfermedad, a la vacuna hay que aplicarla, aunque duela...

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