martes, 12 de julio de 2016

LA NECESARIA MUERTE DE LA ROSA NEGRA - Alegoría de Eduardo Ramos Campagnolo -

     Cuando el fin de la guerra de los trece años decretó la caída del imperio de las rosas negras, cuando las tinieblas de la mentira mostraron la verdad, que a veces anda desnuda y asombra a los ingenuos; la nueva nobleza, burguesía, clero, mercaderes, sacerdotes y vulgo, incluído el rey, con sus cerebros contaminados durante tanto tiempo, no advirtieron la trampa mortal: Aislarse de las rosas negras, continuar siendo, ahora más que nunca "Ellos", y "Nosotros", los rosas blancas. 
     Los "Ellos", habían huido a refugiarse en las más altas cumbres de las montañas y, por las noches bajaban a la pradera para arrastrase frenéticamente entre los surcos húmedos arrancando y contaminando las flores blancas de la pureza. Durante un tiempo nacían mágicamente nuevos campos de rosas blancas, en el mismo lugar donde ayer se habían marchitado las rosas negras de venenosas espinas. La dulce fragancia anunciaba por las mañanas que una nueva pradera blanca había nacido.
     
      La hechicera rugosa y bífida había advertido a los "Ellos" que su rosa, la de ella, las más vieja flor nunca debería morir, porque solo ésta garantizaba no solo la vida de los "Ellos", ahora expulsados y temerosos, sino que también garantizaba el regreso triunfal del imperio de las rosas negras, porque ambos compartían la misma savia negra y amarga. La antigua flor era la última razón del reino de la mentira, el último bastión, el que no resignarían jamás, debían encapsularla y protegerla en los más alto de los murallones de piedra que nadie pudiera escalar. El mismisimo rey no se atrevió a ordenar buscarla y cortarla por miedo a que se cumpliera l,a leyenda arraigada en el vulgo que profetizaba que el rey que ordenara cortar la antigua rosa negra, caería en desgracia y rápidamente su imperio moriría en manos de hordas salvajes.
     Así había comenzado el nuevo reinado, el nuevo régimen que había arrasado con todas las rosas negras, salvando solo una, la más antigua, la bandera más emblemática. 
     Y pasó el tiempo, lluvias y fríos marchitaron los campos de rosas blancas, campos de débiles suelos; una noche muy lluviosa de invierno duro, otra rosa negra brotó justo al lado de la que hasta entonces era la única, la salvada por la misericordia y conveniencia del rey nuevo...al poco tiempo nació otra...y otra más...y muchas más, hasta que llegaron a cubrir por completo el valle escondido y abrigado por las altas cumbres inexpugnables.
     Los "Ellos" comprendieron que, en su maldita sabiduría, la bruja había tenido razón,, cuando llegó el día, los "Ellos" bajaron de las montañas asesinando a todos los "Nosotros"; tres segundos antes que la cabeza del rey de las rosas blancas fuera cortada, este comprendió su error: Ningún reinado puede sostenerse en leyendas y ningún rey temeroso prospera.
     ...Y así sucedió.
     

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