martes, 22 de diciembre de 2015

Sobre verdades y mentiras - Autor Eduardo Ramos Campagnolo -

Según el adagio popular: "La mentira tiene las patas cortas", afirmación que en otras palabras significa que hay verdades que no lo son. Por ello siempre es aconsejable escuchar "las dos campanas", aunque a veces no sea posible porque una de las campanas esté estigmatizada. Es entonces cuando solo creemos en los paradigmas, que son eso: creencias. Y una creencia tiene dos límites: puede ser o no ser verdadera. Trasladando esto a un ejemplo, sería como en una separación matrimonial - que no sea de mutuo acuerdo- atender solo a los argumentos de uno de los esposos y no escuchar el descargo del otro conyugue. O como en juicio permitir que solo una de las partes se exprese.

            Sucede que la creencia tiene, además de los dos límites- ser o no verdadera - una existencia temporal que está supeditada a la posibilidad de que ambas campanas puedan ser escuchadas en igualdad de condiciones; como en un debate presidencial, cierto tiempo para cada una. Y, cuando una de las campanas gozó del privilegio de ser escuchada hasta el hastío, tiene una ventaja considerable que hace bastante difícil rebatir el paradigma sin tener el beneficio de la repetición o de la suficiente divulgación.
            Intentemos con otro ejemplo, tal vez más clarificador: Una mujer sale a decir que su marido la golpea, la quiere echar del hogar y amenaza con matarla. Se lo comenta durante un tiempo largo a sus amigas, luego se lo comenta a sus compañeras de trabajo, luego a sus vecinos, luego lo denuncia por radio, cine, televisión, internet, Finalmente solicita el divorcio, obtiene beneficios económicos y el marido es encarcelado y debe presentarse ante una jueza ¿ podría estar en condiciones de igualdad, siendo mentiras las acusaciones de su esposa? En principio tiene numerosos testimonios en contra, que, aunque no vieron nada, escucharon las quejas de la mujer. En segundo lugar está muy limitado (preso). En tercer lugar el tiempo del desprestigio ya transcurrido no se puede igualar. 

            En definitiva, si no atendemos a las dos campanas, dándole a ambas las mismas posibilidades, puede ocurrir que el resentimiento de alguien o algunos, potenciado por la mediocridad  de quienes deban decidir ocasione grandes injusticias y algo peor: La ignorancia de la verdad.
         

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