Soliloquio en el parque
Por Eduardo Ramos Campagnolo
Hacía demasiado tiempo que no paseaba en el parque del ghetto,
aspiro profundo para inundar mis pulmones de aire puro;
me acompañan una brisa apenas perceptible y el trinar de los gorriones;
a las seis comenzarán a llegar las torcazas a posarse en los rugosos árboles hasta el
amanecer.
Siento el gozo que me produce la tibia caricia del sol que sana mis heridas en
esta siesta de junio.
Desde aquí puedo sentir el placer de la fragancia salvaje
del río Salado.
Una alfombra de hojas grises ha cubierto el césped y crujen bajo mis pies.
Mis pasos de idas y vueltas han marcado un camino aplastado en la inmensidad del
parque, cada hoja es un suceso de mi vida.
Encuentro una piedra en el camino ¿Qué debo hacer? ¿Quitarla o esquivarla?
No solo piedras me impuso Dios, también me impuso los caminos haciéndome
creer que yo los había elegido.
Pedante por naturaleza con el plus de la nacionalidad, pero cultivo mi pedantería
para impedir que crezca mi hipocresía.
Me quedaré en el ghetto hasta que el gigante de los trebejos se decida a ensayar
un enroque.
Cuando mi paseo concluye vuelvo la mirada hacia atrás y veo que ha quedado
una huella en la hojarasca…en ella me reconozco.
Eduardo Ramos Campagnolo
Escritor santafesino, ha publicado
ensayos, cuentos, novelas y libros
de historia argentina contemporánea
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